Fracturas por sobrecargas, o también llamadas fracturas por estrés, son lesiones musculoesqueléticas comunes que ocurren por sobreuso. Demasiada carga en una cierta área del cuerpo, ya sea a través de movimientos repetitivos o actividad de mayor intensidad, puede superar las capacidades de absorción de impactos del músculo y ejercer una presión excesiva en el hueso. Este tipo de lesión puede ser incómoda, ya que normalmente requiere varias semanas de descanso para sanarse (1,2). Comprender las demandas que se imponen en su sistema musculoesquelético, y asegurando recibir el monto apropiado de descanso es importante para la prevención de las fracturas por sobrecargas (1).
Los músculos, huesos, ligamentos, tendones, y otros tejidos blandos trabajan juntos para generar movimiento y distribuir la carga adecuadamente. Tener buena forma y postura es un aspecto muy importante en la prevención de lesiones. Por ejemplo, hay ciertas posiciones y movimientos adecuados para nuestro sistema musculoesquelético, pero exceder esta zona puede provocar tensiones, torceduras, desgarros y mucho más. Otro aspecto es descansar lo suficiente y reducir la fatiga. Generalmente, nuestros músculos ayudan a absorber el impacto y a reducir la fuerza del mismo en nuestros huesos, pero la eficacia de protección es disminuida cuando nuestros músculos están fatigados (1). Ambos elementos están relacionados con las fracturas por sobrecarga. El dolor a causa de actividad es el síntoma principal; normalmente se usan exámenes de rayos X para diagnosticar esta condición (1).
Este tipo de lesión es más común en ciertos grupos, incluyendo los corredores, jugadores de tenis, jugadores de baloncesto, gimnastas y reclutas militares (1-5). La parte inferior de la pierna tiene la mayor incidencia de fracturas por sobrecarga/estrés, particularmente en la tibia (hueso de la espinilla), el hueso navicular en el tobillo, y el quinto metatarsiano (el hueso externo más largo del pie). Se cree que esto se debe al impacto contra el suelo experimentado por la parte inferior de la pierna al correr o saltar (3,4).
Las investigaciones han profundizado aún más en los factores de riesgo de las fracturas por sobrecarga, además de identificar datos demográficos con altas tasas de incidencia. Los datos anatómicos sugieren que tener una tibia más delgada o una rotación externa más grande de la cadera están vinculados a un riesgo más alto (5). En reclutas militares específicamente, un grupo de investigadores encontró que la pérdida aguda de peso, en combinación con un entrenamiento diario intensivo, estaba asociada con la fractura por sobrecarga’ esto puede reflejar un aumento repentino y drástico de la actividad física /o la pérdida de la densidad mineral ósea (3). Un estudio de gran influencia midió la biomecánica de corredores con antecedentes de fractura por sobrecarga en comparación con controles sin antecedentes de fractura. El principal hallazgo fue que las tasas de carga y los niveles de shock tibial eran significativamente mayores en aquellos con antecedentes de fractura por sobrecarga, resaltando el papel de impacto en el desarrollo de esta condición (2). Por último, las mujeres tienen un mayor riesgo, los datos estiman el doble de incidencia que los hombres (1,2).
Aunque las fracturas por sobrecarga pueden parecer lesiones musculoesqueléticas relativamente menores, el manejo adecuado de esta condición es esencial para una recuperación completa. Las fracturas por sobrecarga pueden empeorar fácilmente si no se descansa adecuadamente, y una minoría de casos puede convertirse en un problema a largo plazo para el paciente (1). El largo periodo de recuperación también puede interrumpir los entrenamientos o competiciones (1,2,3,4,6).
El tratamiento requerido para la fractura por sobrecarga consiste en la inmovilización y la ausencia de peso durante varias semanas (1,4,6). Investigaciones sugieren que la inmovilización con peso limitado es menos exitosa que la eliminación completa de la carga en el hueso lesionado (6). Algunos casos pueden requerir cirugía, especialmente si el hueso tiene una fractura completa y si las piezas se desplazan de sus posiciones originales (5). Además, algunos datos sugieren que la fractura por sobrecarga de la tibia requiere cirugía en un mayor porcentaje de los casos, mientras que la fractura por sobrecarga del hueso navicular puede manejarse mayormente de una manera conservadora (5).
Los riesgos de las fracturas por sobrecarga son reales y deben ser tratados seriamente por atletas, entrenadores, reclutas, instructores y cualquier otra persona que sospeche una lesión. Afortunadamente, muchos pueden volver al deporte después del tratamiento apropiado.
Referencias
[1] “Stress Fractures.” American Academy of Orthopaedic Surgeons. Updated October 2007. https://orthoinfo.aaos.org/en/diseases–conditions/stress-fractures/
[2] Milner, C. E., Ferber, R., Pollard, C. D., Hamill, J., & Davis, I. S. (2006). Biomechanical Factors Associated with Tibial Stress Fracture in Female Runners. Medicine & Science in Sports & Exercise, 38(2), 323–328. doi:10.1249/01.mss.0000183477
[3] Armstrong, D. W., Rue, J.-P. H., Wilckens, J. H., & Frassica, F. J. (2004). Stress fracture injury in young military men and women. Bone, 35(3), 806-816. doi:10.1016/j.bone.2004.05.014
[4] Mallee, W. H., Weel, H., van Dijk, C. N., van Tulder, M. W., Kerkhoffs, G. M., & Lin, C.-W. C. (2014). Surgical versus conservative treatment for high-risk stress fractures of the lower leg (anterior tibial cortex, navicular and fifth metatarsal base): a systematic review. British Journal of Sports Medicine, 49(6), 370–376. doi:10.1136/bjsports-2013-093246
[5] Giladi, M., Milgrom, C., Simkin, A., & Danon, Y. (1991). Stress fractures. The American Journal of Sports Medicine, 19(6), 647–652. doi:10.1177/036354659101900617
[6] Khan, K. M., Fuller, P. J., Brukner, P. D., Kearney, C., & Burry, H. C. (1992). Outcome of conservative and surgical management of navicular stress fracture in athletes. The American Journal of Sports Medicine, 20(6), 657–666. doi:10.1177/036354659202000606